martes, 23 de febrero de 2010

Dios es Amor

Hola amigo/as míos, hasta ahora hemos visto cómo Dios está en todo momento al lado nuestro, cómo nos rescata  y no cuida y cómo manda a sus ángeles para que nos protejan. Ahora empezaremos a ver cómo podemos hacer para que Dios esté con nosotros, en nosotros y haya una buena comunión con El.


"Amados, amémonos unos a otros; porque el amor es de Dios. Todo aquel que ama, es nacido de Dios, y conoce a Dios. El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió a su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por nuestros pecados. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. Amados, si Dios nos ha amado así, debemos también nosotros amarnos unos a otros. En esto conocemos que permanecemos en él, y él en nosotros, en que nos ha dado de su Espíritu. Y nosotros hemos visto y testificamos que el Padre ha enviado al Hijo, el Salvador del mundo. Todo aquel que confiese que Jesús es el Hijo de Dios, Dios permanece en él, y él en Dios. Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él. En esto se ha perfeccionado el amor en nosotros, para que tengamos confianza en el día del juicio; pues como él es, así somos nosotros en este mundo. En el amor no hay temor, sino que el perfecto amor echa fuera el temor; porque el temor lleva en sí castigo. De donde el que teme, no ha sido perfeccionado en el amor. Si alguno dice: Yo amo a Dios, y aborrece a su hermano, es mentiroso. Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto? Y nosotros tenemos este mandamiento de él: El que ama a Dios, ame también a su hermano" 1 Juan 4: 7-21

El está aquí, si le amamos y amamos a nuestro prójimo. Y si queremos ese amor, tenemos que pedírselo a El. Esta es una promesa muy clara:

" Dios es amor; y el que permanece en amor, permanece en Dios, y Dios en él" 

El nos busca, nos protege y nos salva. Pero tenemos que estar en comunión con El y demostrar que tenemos a Dios en nuestro corazón. Solo así podremos decir que amamos a nuestro hermano y que creemos en Jesús.

sábado, 20 de febrero de 2010

El ejército celestial

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Basado en 2 Reyes 6:8-23.

Era en los tiempos del rey Joram, el cual reinaba sobre Israel con su capital en Samaria. En aquel entonces los hebreos estaban divididos en dos reinos; el norte con diez tribus y el sur, el reino de Judá, con las dos tribus restantes. En ese momento en el reino de Israel vivía un profeta llamado Eliseo hijo de Safat, el cual había sido llamado para suceder al gran profeta Elias.

En aquel entonces Siria estaba en guerra con Israel y se dispuso a atacarlos. Pero Dios a través de Eliseo le mandaba mensajes al rey Joram para que no pasase por determinado lugar dado que se le tendería una emboscada. Luego de que esto sucediera varias veces, el rey de Siria creyó que uno de los suyos era el delator, pero uno de sus siervos le comentó acerca de Eliseo. Inmediatamente el rey ordenó averiguar en qué ciudad vivía y la sitió por la noche.

Era de mañana, el sol daba sus primeros rayos de luz sobre Dotán cuando el sirviente de Eliseo levantándose miró al horizonte y vio toda la ciudad rodeada. “¡Ah, señor mío!¿qué haremos? Fue el clamor de su criado. Pero Eliseo veía algo que su criado no, entonces alentándolo le pidió a Dios que le abriese los ojos a su criado para que pudiese ver. “/…/Entonces Jehová abrió los ojos del criado, y miró; y he aquí que el monte estaba lleno de gente de a caballo, y carros de fuego alrededor de Eliseo”.

El ataque de los Sirios no resultó, a pedido de Eliseo quedaron ciegos. Luego éste los llevó a Samaria en donde se le fue devuelta su visión, alimentados y enviados nuevamente a su tierra.

Una vez más el poder de Dios se manifiesta, pero, ¿De quién era esos ejércitos?

“Los carros de Dios se cuentan por veintena de millares de millares” Salmos 68:17
“Estaba vestido de una ropa teñida en sangre; y su nombre es: EL VERBO DE DIOS. Y los ejércitos celestiales, vestidos de lino finísimo, blanco y limpio, le seguían en sus caballos blancos” Apocalipsis 19:13,14.

“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios. Este era en el principio con Dios.” Juan 1:1 y 2.

“¿Acaso no piensas que no puedo ahora orar a mi Padre, y el no me daría a doce legiones de ángeles? Mateo 26:53

Como podemos ver, el ejército de Dios son sus ángeles y El los manda para que nos cuide y estén al lado nuestro. Aquí están algunas de sus promesas:

“A sus ángeles mandará acerca de ti, que te guarden en todos tus caminos” Salmos 91: 11

“El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende. Gustad y ved que bueno es Jehová; dichoso el hombre que confía en él.” Salmos 34: 7,8.

En la Biblia existen muchas historias acerca de cómo Dios y sus ángeles cuidaron al ser humano. Esta es tan solo una de ellas. Pero lo hermoso de esta historia, que la resalta sobre las demás es la legión de ángeles de Dios que aparecen para cuidar de su siervo y de la ciudad. En esta historia podemos ver que no importa cuán grande o poderoso sean las fuerzas del enemigo y cuan inmenso sea el peligro que corramos. Dios tiene todo un ejército de ángeles para acudir a nuestra ayuda.

Amigo/a, El está presente y también sus ángeles. Es un doble cuidado de parte de él. A veces pareciera que no es así. Pero, ¿nunca te sucedió nada en que hayas dicho: me salvé de milagro? Seguramente un ángel de Dios estuvo allí.

jueves, 18 de febrero de 2010

La oveja perdida


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Basado en Mateo 18:1-14 y Lucas 15:3-7


El pastor guardaba a sus ovejas en el redil prestando atención a que estén todas. Era algo rutinario de cada día, pero su humilde trabajo y ese amor por sus ovejas iban a ser utilizado por el Mesías para dar testimonio de su amor por sus hijos.



Jesús dijo: “porque el hijo del hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” Luego de dar esa promesa, hizo una breve comparación entre su accionar y la de un pastor de ovejas. Entendamos que en aquel tiempo ese escenario les era muy familiar a los judíos y podían entender perfectamente lo que el Maestro quería enseñarles. Puso la imagen de un pastor que posee cien ovejas pero una se le pierde. Entonces guarda las noventa y nueve y va en busca de la oveja perdida. Al volver con ella su alegría es enorme y está más contento por esta que encontró que por las otras noventa y nueve que no se perdieron. En Mateo, Jesús afirma que el cielo está atento a cada ser humano, por más pequeño que sea. Y en el libro de Lucas dice que en el cielo hay más alegría por uno que se arrepiente que por los otros que no necesitan arrepentimiento.


Hoy en día la imagen de un pastor de ovejas no nos es familiar. Pero podemos verlo de la siguiente manera. Una familia con seis hijos sale de paseo a un camping que se encuentra al lado de un lago. Pasan un hermoso día de familia jugando, divirtiéndose y descansando. Luego, a la tardecita, empiezan a guardar todo en el auto para salir. Cuando están por marcharse, el padre examina que estén todos los miembros de la familia. Pero hay uno que se distrajo jugando y se perdió. El padre deja a su mujer con los otros cinco hijos seguros en el auto y sale a buscar al que se perdió. Cuando vuelve con su hijo perdido su alegría es enorme, y toda la familia y el mismo niño extraviado están felices. En ese momento los padres se sienten más felices de haber encontrado a su hijito perdido que por los otros cinco que no se perdieron. Es natural, si tiene o no un hijo puede llegar a imaginarse lo que se siente perderlo por un momento.

Tal vez sientas que no estás perdido, o tal vez creas que nadie se preocupa por vos. Tal vez piensas, ¿cómo siento que Jesús me está buscando? Ya por el hecho de ser pecadores estamos extraviados. El pecado nos separa de Dios y nos aleja de él. Pero nuestro divino pastor nos busca continuamente y nos habla a nuestro corazón a través de su Espíritu Santo. Nuestro corazón humano siente soledad, tristeza, desesperanza y desconsuelo cuando se ve perdido. Pero Jesús nos busca, de hecho, el siempre está ahí a nuestro lado esperando que le abramos nuestro corazón. Cuando dejamos que Dios entre en él, notamos el cambio. Puede ser gradual, de apoco o puede ser rápido e intenso. Todo eso depende de nosotros y de cuánto le abramos nuestro corazón a Dios. La felicidad, la paz, la esperanza, nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo se manifiesta en nuestro corazón.

El nos busca aunque no nos consideremos perdidos, y lo hace por más ocupados y distraído que estemos. Cuando piensas que todo está perdido en realidad tú estás perdido/a y necesitas aceptar que el buen pastor te recoja y te lleve a su redil. El nos ama y todo el cielo se alegra cuando lo aceptamos y nos arrepentimos. Por más pequeños e insignificantes que nos sentamos, para el somos valiosos.
Amigo/a, Jesús siempre nos está buscando y llama a nuestro corazón, lean estas promesas:

“Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones/…/ Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.
Santiago 4:8 y 10.

“He aquí, yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré con él, y él conmigo.”
Apocalipsis 3:20

“Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios…/”
1 Juan 3:1

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo, según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinados para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado/…/
Efesios 1:3-6


¿Qué más podemos decir? El ya nos considera como hijos suyos, ovejas de su rebaño. Por lo tanto, él nos busca, nos encuentra pero no nos obliga a estar con él. Con paciencia llama a nuestros corazones y se queda ahí, con nosotros esperando que aceptemos a formar parte de su redil y ser un hijo de su familia.



viernes, 12 de febrero de 2010

El está aquí

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Basado en Marcos 4:35-41
El sol ya se había ocultado en el horizonte. Ese día Jesús había estado enseñando a la multitud relatándoles hermosas parábolas que dejaban una profunda enseñanza. El corazón de la gente estaba deseoso de seguir escuchando más palabras de ese maestro. Un maestro diferente cuya presencia generaba una atmósfera de amor y paz.
Ya era de noche, Jesús les dijo a sus discípulos que quería pasar al otro lado del lago. Estaba exhausto y necesitaba descansar. Pero no estaba solo. La multitud al ver que Jesús subía a una barca y se marchaba hacia la otra costa, decidió seguirlo en otras barcas. Esa noche sería inolvidable para todos. A pesar de todas aquellas palabras que el maestro derramó sobre sus corazones, aún no tenían suficiente fe en él. Pronto aprenderían una lección que les ayudaría el resto de su vida a confiar en su Salvador.
La noche se puso tormentosa, grandes vientos y una violenta tempestad hundían a la barca en donde Jesús y los discípulos se encontraban. El se encontraba en la popa durmiendo sobre un cabezal aparentemente indiferente a todo lo que sucedía a su alrededor. Cuando sus discípulos agotaron todo recurso humano para mantener a flote la barca se acordaron de su maestro. ¿Dónde está Jesús?, fue su gran pregunta. Se vieron luchando totalmente solos contra las fuerzas de la naturaleza mientras su maestro dormía plácidamente sin que nada le alterase su descanso. Desesperados le pidieron que los salvase. El, levantándose reprendió al viento y al mar diciendo: “calla, enmudece”. Al instante, todo quedó tranquilo. El mar estaba sereno y la noche estrellada nuevamente. Las otras personas que se encontraban en las otras barcas pudieron ver el milagro. La respuesta de Jesús hacia ellos fue: “¿Por qué estás así amedrentados? ¿Cómo no tenéis fe?”.
Ahora todos habían sentido la presencia de Dios. Entre ellos se decían: “¿Quién es éste que aún el viento y el mar le obedecen?”.
El está aquí, siempre lo está. Los discípulos en su realidad vieron que su barca se hundía en medio de una feroz tormenta. Aparentemente, Jesús no se preocupaba por ellos. No estaba a su lado luchando para mantener a flote su barca. ¿No sentimos lo mismo en nuestra vida? Más de una vez nos encontramos que estamos luchando solos contra algo que no podemos vencer. Y ahí nos acordamos de aquello que una vez escuchamos o aprendimos de alguien que puede salvarnos. Pero igualmente dudamos. Es natural que en el corazón nuestro suceda esto. No vemos acción, nuestros ojos carnales quieren ver soluciones humanas. ¡Cuántas veces las soluciones divinas difieren enormemente de las pretendidas por el hombre!. A todos nos pasa, a mí me pasa.
El clamor sincero desde un corazón abatido no queda en la nada. Jesús se levantó en medio de aquel tumulto y puso orden. Tal vez los discípulos esperaban que su maestro se ponga a luchar con ellos para salvar la barca. Pero Jesús soluciona los problemas completamente, arranca la desgracia de raíz y le da paz al corazón del hombre. Solo él puede calmar nuestras propias tormentas. Pero para que él actúe se necesita FE, y aún con ésta vacilando él hace grandes maravillas.
En el mundo de hoy, pareciera que Jesús duerme tranquilo mientras nosotros luchamos por mantener a flote nuestra sociedad, nuestra familia, nuestra economía, nuestra salud, nuestra seguridad, nuestro planeta. Y decimos, Dios no existe, él no está, pero EL ESTÁ AQUÍ con nosotros. Estaba al lado de sus discípulos, está también al lado nuestro.
El, entre todas sus promesas nos ha dejado esta:
“No os afanéis, pues, diciendo: ¿Qué comeremos, o qué beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles buscan todas estas cosas; pero vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.” Mateo 6:31-33.
No fue hasta que ellos buscaron a Jesús que su necesidad quedó satisfecha. Aún cuando no lo busquemos, el suple nuestras necesidades. El dejó muchas promesas. Lea el Salmo 91.
Querido amigo/a, cuando tu barca está en medio de la noche más negra a punto de hundirse, El está ahí, al lado tuyo esperando para que tú le dejes intervenir en tu vida.